Joan Vila Dilmé, conocido como el «Ángel de la Muerte de Olot,» es uno de los asesinos en serie más infames de España. Exenfermero de la residencia geriátrica La Caritat, en Olot, Cataluña, fue condenado en 2014 por el asesinato de once ancianos bajo su cuidado.
Este caso estremeció a la sociedad española y suscitó un debate sobre la ética en el cuidado de ancianos, así como sobre el papel de los centros de atención en la supervisión del personal de salud.
La historia de Joan Vila Dilmé es un inquietante recordatorio de las vulnerabilidades de los ancianos en entornos de atención y plantea preguntas difíciles sobre la relación entre la psicopatía, la empatía y la profesión sanitaria.
Contexto de Joan Vila Dilmé
Joan Vila Dilmé nació en 1965 en Olot, un pequeño municipio de la provincia de Gerona. Antes de trabajar en La Caritat, tuvo varios empleos relacionados con la atención y el cuidado de personas, y era descrito como un hombre tranquilo y amable por aquellos que lo conocían.
Vila se unió al equipo de La Caritat en 2005, donde inicialmente destacó por su actitud servicial y su disposición a asistir a los pacientes más vulnerables.

Sin embargo, tras su arresto en 2010, se reveló que Joan Vila había estado utilizando su posición para cometer crímenes atroces contra los ancianos que debían estar bajo su protección.
“Sentía una especie de paz al ayudarles a descansar, pero al mismo tiempo sabía que lo que hacía estaba mal” Joan Vila
A pesar de sus antecedentes aparentemente normales y de la confianza que inspiraba en sus compañeros, Vila escondía un oscuro impulso que lo llevaría a terminar con la vida de once personas mayores de la residencia.
Los crímenes: un patrón siniestro
Los asesinatos de Joan Vila Dilmé ocurrieron entre 2009 y 2010 y compartían un patrón distintivo. Vila envenenaba a sus víctimas con cócteles de productos tóxicos, entre ellos lejía, detergentes y medicamentos.
En varios de los casos, usó sustancias altamente tóxicas y corrosivas que provocaban una muerte lenta y dolorosa. Su modus operandi mostraba una escalofriante falta de empatía y un deseo de poder y control sobre sus víctimas.
Vila afirmó que mató a los ancianos «por compasión» y porque quería evitarles sufrimiento.
“No podía verlos sufrir. Les daba una muerte rápida, una muerte sin dolor, una muerte digna” Joan Vila
Inicialmente, la serie de muertes en la residencia pasó desapercibida. Como las víctimas eran ancianos, con edades entre 80 y 96 años, sus fallecimientos fueron asumidos como causas naturales o complicaciones derivadas de su edad avanzada.
Sin embargo, algunos patrones comenzaron a llamar la atención. Los pacientes que fallecían tras estar en contacto con Vila presentaban síntomas graves e inusuales, como vómitos de sangre, dificultad respiratoria y dolores extremos, lo cual finalmente suscitó sospechas entre el personal médico.

En octubre de 2010, después de una investigación interna en la residencia, Vila fue arrestado.
Durante los interrogatorios, confesó haber matado a sus pacientes, justificando sus acciones con explicaciones que rozaban la lógica de la “eutanasia”, aunque los detalles revelaron que estos actos distaban de una motivación compasiva.
En un momento, Vila confesó que llegó a sentir una especie de “adicción” a sus actos, afirmando:
“Después del primero, fue como si una parte de mí quisiera seguir haciéndolo. Era una necesidad, una especie de impulso que no podía detener” Joan Vila
A continuación se detalla cada caso confirmado de sus víctimas:
1. Josefa Puértolas Muñoz – 83 años
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- Fecha de fallecimiento: Agosto de 2009
- Método: Envenenamiento con un medicamento administrado en dosis excesivas.
- Detalles: Josefa fue la primera víctima de Vila, a quien administró una dosis letal de un medicamento. Aunque inicialmente fue catalogada como muerte natural, este crimen marcó el inicio de la cadena de asesinatos.
2. Cándida González Caixal – 94 años
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- Fecha de fallecimiento: Octubre de 2009
- Método: Envenenamiento con lejía.
- Detalles: Vila administró lejía diluida a Cándida, provocándole la muerte de forma lenta y dolorosa. Esta fue la primera vez que utilizó productos de limpieza como método letal.
3. Ramona Oliván Bueno – 85 años
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- Fecha de fallecimiento: Febrero de 2010
- Método: Envenenamiento con una mezcla de medicamentos y lejía.
- Detalles: Vila continuó con su modus operandi, combinando medicamentos y lejía para acabar con la vida de Ramona.
4. María Bosch Cortada – 96 años
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- Fecha de fallecimiento: Marzo de 2010
- Método: Ingestión forzada de lejía.
- Detalles: María fue otra víctima en la que Vila utilizó el método de administrar lejía en pequeñas dosis, lo que le causó una muerte lenta y dolorosa.
5. Josep Vilar Torrent – 88 años
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- Fecha de fallecimiento: Abril de 2010
- Método: Mezcla de lejía y medicamentos.
- Detalles: En el caso de Josep, Vila combinó el uso de medicamentos con una pequeña dosis de lejía, lo que intensificó el efecto letal.
6. Antonio Mascarós Pérez – 86 años
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- Fecha de fallecimiento: Junio de 2010
- Método: Dosis elevada de insulina.
- Detalles: En esta ocasión, Vila decidió utilizar insulina en dosis extremadamente altas, lo que provocó un choque hipoglucémico fatal.
7. Emilia F. M. – 96 años
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- Fecha de fallecimiento: Junio de 2010
- Método: Ingestión de lejía.
- Detalles: Emilia fue obligada a ingerir lejía, lo que le provocó una muerte dolorosa.
8. Josep Lluís Guich Cullell – 95 años
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- Fecha de fallecimiento: Julio de 2010
- Método: Sobredosis de medicamento y lejía.
- Detalles: En este caso, Vila volvió a mezclar medicamentos con lejía, aprovechando la avanzada edad y fragilidad de la víctima para asegurar su muerte.
9. María Teresa Masó Fontseré – 85 años
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- Fecha de fallecimiento: Agosto de 2010
- Método: Dosis excesiva de insulina.
- Detalles: Vila utilizó nuevamente una sobredosis de insulina para provocar un rápido descenso de los niveles de glucosa y causar la muerte de María Teresa.
10. Josefa Gironés Casas – 81 años
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- Fecha de fallecimiento: Septiembre de 2010
- Método: Ingestión de lejía.
- Detalles: Para matar a Josefa, Vila repitió el uso de lejía. En este caso, la ingesta de la sustancia tóxica provocó un fallo orgánico que fue atribuido a causas naturales.
11. Manuel Pastor Calzada – 87 años
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- Fecha de fallecimiento: Octubre de 2010
- Método: Dosis letal de insulina.
- Detalles: En su última víctima conocida, Vila administró insulina en una cantidad letal, lo cual desencadenó una muerte que aparentaba ser un fallo natural debido a la avanzada edad del paciente.
Las víctimas y el proceso de envenenamiento
Las once víctimas de Joan Vila Dilmé eran ancianos que padecían diversas enfermedades o problemas de movilidad. Estas personas dependían completamente del personal de la residencia para sus necesidades diarias.
Vila utilizaba su acceso a los pacientes para administrar sustancias mortales sin levantar sospechas inmediatas.
Las investigaciones revelaron que el enfermero usaba productos de limpieza y medicamentos en dosis tóxicas, envenenando a sus pacientes mientras estaban en momentos de gran vulnerabilidad.
A continuación, se detalla cómo Vila ejecutó algunos de estos crímenes:
Inyección de productos tóxicos: En algunos casos, Vila disolvió detergentes y productos de limpieza en jeringas y los inyectó en las venas de sus pacientes. Esta táctica era sumamente cruel y provocaba un dolor intenso, junto con una muerte prolongada.
Administración oral de venenos: En otros casos, forzó a los ancianos a ingerir sustancias tóxicas directamente. Esta modalidad era dolorosa, pero menos visible, ya que los efectos de las sustancias ingeridas podían simular síntomas de un fallo orgánico natural.
Medicamentos en dosis letales: Además de los productos tóxicos, Vila administraba dosis letales de medicamentos, usando aquellos que eran especialmente riesgosos para personas de avanzada edad.
Perfil psicológico de Joan Vila Dilmé
Uno de los aspectos más inquietantes del caso fue la personalidad aparentemente tranquila y amable de Joan Vila.
Durante el juicio, psicólogos y psiquiatras evaluaron a Vila y concluyeron que sufría un trastorno de personalidad, con características propias de la psicopatía.
Aunque Vila intentó justificar sus acciones diciendo que quería “acabar con el sufrimiento de sus pacientes,” sus afirmaciones fueron refutadas en el juicio.
Las pruebas indicaban que sus actos estaban impulsados por un deseo de control y un disfrute patológico al ver el sufrimiento ajeno.

Además, las evaluaciones determinaron que Vila era una persona extremadamente manipuladora, capaz de mostrar una empatía superficial para ganarse la confianza de quienes lo rodeaban.
Esta capacidad de fingir emociones y adaptarse a diferentes contextos lo ayudó a ocultar sus crímenes por mucho tiempo, sin despertar sospechas en la residencia.
El juicio y la sentencia
El juicio contra Joan Vila Dilmé comenzó en 2014.
Durante el proceso, se desvelaron detalles escalofriantes de cómo el acusado ejecutaba sus crímenes, y de cómo manipulaba las situaciones para no levantar sospechas.
Vila se presentó como una persona atormentada que, según él, buscaba “aliviar el sufrimiento de los ancianos.” Sin embargo, el tribunal rechazó esta explicación y lo acusó de asesinato premeditado.
“Para mí, fue un acto de bondad; no quería hacerles daño. Lo veía como un favor que les hacía. Les quitaba el dolor” Joan Vila
El 21 de junio de 2013, Vila fue declarado culpable de los asesinatos y condenado a una pena de 127 años y medio de cárcel, aunque de acuerdo a las leyes españolas tan sólo deberá cumplir 40 años efectivos encerrado.
La sentencia fue recibida con alivio por los familiares de las víctimas y por la sociedad en general, aunque el caso dejó muchas interrogantes sobre la seguridad en las residencias de ancianos y el proceso de selección y supervisión del personal de salud.
Impacto en la sociedad y reformas en el sistema de cuidado de ancianos
El caso de Joan Vila Dilmé tuvo un fuerte impacto en la sociedad española.
La revelación de que un enfermero, a quien se le confiaba el cuidado de personas vulnerables, pudo cometer tales atrocidades, generó indignación y preocupación. Además, llevó a un debate profundo sobre la seguridad y la regulación de los centros de atención de ancianos en España.
A raíz del caso, se implementaron varias reformas en el sistema de residencias geriátricas en Cataluña y otras regiones. Estas reformas incluyeron una supervisión más rigurosa del personal, la implementación de programas de evaluación psicológica y la creación de mecanismos de denuncia anónima para que los empleados pudieran reportar comportamientos sospechosos sin temor a represalias.
Además, la sociedad comenzó a valorar la importancia de la atención psicológica para los profesionales de la salud que trabajan en situaciones de alto estrés y vulnerabilidad, como el cuidado de ancianos y pacientes terminales.
Aunque las acciones de Joan Vila fueron extraordinarias en su brutalidad, el caso sirvió como recordatorio de que el personal de salud debe recibir apoyo y supervisión adecuados para evitar tragedias similares.
Conclusión
El caso de Joan Vila Dilmé, el “Ángel de la Muerte de Olot,” es uno de los episodios criminales más impactantes y desconcertantes de la historia reciente de España.
Sus crímenes revelaron las vulnerabilidades de los ancianos en los sistemas de atención y destacaron la necesidad de mayores controles en las residencias de cuidado.
A través de sus actos, Vila destrozó vidas y familias, traicionando la confianza depositada en él por los pacientes y sus familiares.
Más allá de la condena judicial, la historia de Joan Vila ha dejado una huella en la memoria colectiva, recordándonos la importancia de garantizar un sistema de salud seguro, ético y supervisado para aquellos que están en las etapas más frágiles de la vida.
Aunque el sistema judicial cumplió con su labor al condenarlo, el verdadero desafío es asegurar que estos crímenes no se repitan, y que quienes cuidan de los más vulnerables estén siempre bajo una vigilancia adecuada para proteger a quienes más lo necesitan.